
Daniela Mercury se mostró sobre el escenario del Orfeo Superdomo como un derroche de onda, ritmo, carisma y sensualidad. Pero sobre todas las cosas, esgrimió un costado desconocido para la mayoría del público local que, salvo los más fanáticos, se quedaron en O canto da cidade. En Canibália, el show que la trajo a Córdoba basado en un disco que aún no salió a la venta, la cantante logra una interesante mixtura entre la tradición y la modernidad de la música brasilera, mostrándose como una “animadora” vital e inquieta.
El punto más alto se vivió a la mitad del show, cuando la Mercury invitó a su escenario a Carlitos La Mona Jiménez, que subió vestido todo de negro para cantar a dúo con la bahiana. Tras los mutuos elogios, la Mona le “robó” dos piquitos a Daniela y luego cantaron Quién se ha tomado todo el vino, en una lograda ejecución de la orquesta de la brasileña, que combinó con justeza los ritmos de cuarteto y samba.
Esta actuacion se reforzó con la actuación de seis chicas y dos chicos que bailaron vestidos de punta en blanco. A su vez, Daniela también bailó en sincronía con el ballet, demostrando que no hay muchas señales que indiquen sus 44 abriles. Ya se sabe que bailar y cantar al mismo tiempo nunca es una tarea fácil.
La semana que viene, por su parte, La Mona presenta “Historia, 42 años en tres noches”: serán tres bailes consecutivos, el viernes 18 en Sargento Cabral, el sábado 19
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